CARTA DE JESÚS

Hola amigos:
Estoy contento, se acerca la fiesta de mi aniversario. La verdad es que no sabemos muy bien cuando nací, -no había registro civil en mis tiempos-; pero mis amigos al llegar a roma pensaron que lo mejor era celebrarlo el día en que los romanos celebraban la fiesta del Sol vencedor, pues pensaron que yo era para ellos como sol de sus vidas.
En vuestros países todos los años celebráis grandes fiestas por estas fechas.
Para prepararlas las fiestas se dedican a hacer compras de todo, y regalos. La publicidad se os mete por todas partes.
Me alegrar saber que al menos una vez al año las gentes se acuerdan de mí. Bueno, no lo tengo muy claro. Hace años si, pues la gente me conocía y sabía lo que había hecho por ellos; pero ¿hoy en día? No sé. No sé si muchos saben cuál es la razón de esta celebración de Navidad.
Es verdad que la familia y los amigos se reúnen y lo pasan bien, esto me alegra, pero me deja triste que ellos no sepan la razón de la fiesta.
Fijaos. El año pasado al ver que había una gran cena en mi honor, y con la mesa llena de cosas riquísimas, unos turrones, unas bebidas que llamaban la atención. Y la decoración hacía que la habitación estuviese preciosa, y debajo de un árbol había muchos paquetes con papeles de colores. Pero, ¿sabéis una cosa? ¡Nadie me había invitado y eso que la fiesta se hacia porque decían era mi aniversario! ¡Y me han dejado fuera, me han dado con la puerta en las narices! ¡La verdad es que ya no me sorprende mucho! ¡son tantas las casas que me cierran la puerta!
Y tome una decisión pues como quería estar EN MI FIESTA entré sin hacer ruido, cuando estaban distraídos y me senté en un rincón. Todos bebían, algunos estaban demasiado alegres y se reían por todo y hablaban gritando.
De pronto aparece un señor con barbas blancas y vestido de rojo que se sienta en el sofá y todos gritan “Papa Noel, Papa Noel”, y vi que en otras casas era un hombre con facha de leñador, con una pipa y todos decían ¡Olentzero, Olentzero” Parecía que se celebraba su fiesta.
A medianoche todo el mundo el comenzó a darse abrazos yo extendí mis brazos… pero nadie se acercó a mí, era como si no existiese.
Y de pronto todos se abalanzan sobre los regalos que van abriendo con mucho cuidado y con grandes alegrías. Cuando se han abierto lo regalos me acerco para ver si queda alguno sin abrir, alguno para mí, pero allí no queda nada. ¿Qué sentirías tú si si el día de tu aniversario todos tienen regalos menos tú? Me quedé helad, de piedra, una lágrima me caía por las mejilla.
Me di cuenta de que no era acogido en aquella familia en fiesta y sin meter ruido, como llegué me fui, y al salir volví la vista y les miré con tristeza, pero también con dulzura, me dejaban preocupado.
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