BAUTIZO DE IRENE

El domingo fue un día especial para los padres y familiares de la pequeña Irene. Ya desde las primeras horas de la mañana, un sol esplendido iluminaba la ciudad y las pasadas tormentas caídas durante la noche habían limpiado el ambiente dejando un cielo diáfano, con ese azul intenso, que tanto nos gusta a los que por aquí vivimos.
Dentro del pequeño templo de la parroquia, el ambiente también era luminoso y cálido. Patxi, desde el altar, con su maestría y buen hacer, iba desgranando los rezos propios del ritual del bautizo, mientras los padres y padrinos seguían atentos todas las indicaciones, para hacer del acto un momento entrañable.

El padrino y la madrina con la recien bautizada


Irene, tranquila en los brazos de su madre miraba curiosa, todo lo que se movía a diestro y siniestro, sintiéndose parte importante de la ceremonia y manteniendo una sonrisa, que nos contagiaba a todos. Lo cual no era óbice para que cuando alguien le acercaba, un dedo para llamar su atención, ella rauda lo agarraba con su manita indicándole su complacencia por la caricia que le brindaba.
Mientras tanto, desde el ambón del altar y con su voz grave el padre de Irene rezaba la plegaria por la nueva hija de Dios….




- Dios nuestro, Padre nuestro,
- Te damos gracias por esta niña, nuestra hija
- Que amamos profundamente y queremos amar cada día más.
- La ponemos en tus manos, Padre,
- Para que veles por ella
- Y la ayudes a crecer llena de tu amor,
- Como Jesús, tu Hijo.
- Que el Bautismo sea para ella, siempre,
- Un camino de vida nueva,
- De esperanza, de confianza, de luz, de fe.

Me imagino la alegría interior de los padres y por otra parte me imagino también, la alegría que tendrán allá lejos, en el Cielo donde la Madre de todos y de todas, la Madre con mayúscula, recibe a su nueva hijita y nos recuerda la obligación que hemos contraído de dar una educación adecuada a la pequeña Irene, tanto con nuestros consejos, como con nuestro ejemplo de vida.

Familiares de Irene, durante la ceremonia religiosa


En este momento, me viene a la memoria la Carta de San pablo a los Romanos…,




- Los que fuimos bautizados en Jesucristo, fuimos bautizados en su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una nueva vida.

Y..., si os fijais con atención, cuando salgais del recinto religioso, tal vez oigais una voz "desde el azul". Son los ángeles que entonan su ¡¡Hosana en las alturas!!, por la nueva hija que por derecho propio tiene un lugar junto a las almas venditas.

Y nada más. Muchas felicidades para los padres y todos sus seres queridos, que acompañaron a Irene.

Un momento, al final de la ceremonia religiosa