PARROQUIA DE LA STA CRUZ

Barrio de la Cruz. Bilbao (Begoña)

16 agosto, 2006

LA CASA DE LA MADRE



Durante unos de mis paseos por estos caminos perdidos de Dios, y nunca mejor dicho, tropecé con una señal de tráfico, un cartel indicativo, que informaba del acceso a la “Casa de la Madre” la Virgen de Unbe.
A decir verdad, el camino que tenía delante no animaba mucho a tomarlo, pero la curiosidad por explorar terrenos nuevos fue más fuerte que mi reticencia a continuar cómodamente sentado en el coche. Sin pensarlo dos veces torcí el volante y me adentré por la senda llena de baches y con una pendiente acusada que no auguraba nada vuelo. Efectivamente, como medida de precaución disminuí drásticamente la velocidad y lo mismo que un torero fui sorteando con más o menos pericia, los obstáculos del suelo. Finalmente llegué a la zona conocida como “El pozo” donde tuvo lugar una de las apariciones de La Madre, como más tarde pude informarme.

La Casa de La Madre
La Casa de La Virgen de Unbe



Un aviso indicaba “No detenerse hasta el próximo aparcamiento” así que conduje el automóvil hasta lugar seguro y cerrándolo tras estacionarlo, encaminé mis pasos hacia lo que parecía un antiguo caserío. -Casa del guarda forestal-, me aclararía Felisa, hija de la vidente, que en ese momento, se encontraba en el porche de la vivienda mencionada, aprovechando los escasos rayos de sol que tímidamente asomaban entre las nubes.
-La historia comenzó con la aparición de la Virgen a mi madre, un día que se encontraba sola en la casa esperando a mi padre en la cocina- me dijo mientras que cogía de la mano y me introducía para el interior de lo que podríamos llamar “La capilla”

Felisa, Hija de la Vidente
Feli, en el porche de la capilla



Era una estancia amplia, con reclinatorios y bancos para sentarse, con la imagen de La Madre presidiéndola en la cabecera y con una inmensa alfombra de flores y tiestos primorosamente colocados a sus pies. El ambiente de recogimiento y tranquilidad lo invadía todo, creando una atmósfera propiciatoria a la relajación y la contemplación.
Felisa se sentó y con sus ojos ciegos miró al cielo, comenzando un silencioso rosario el cual percibía que avanzaba por las cuentas que iba desgranando en el rosario blanco que mantenía en su mano derecha.

Interior de la Capilla
Interior de La Casa de Unbe



Inmóvil permanecí en el recinto sagrada, disfrutando la paz que flotaba en el ambiente, dejando que los minutos pasaran lentamente, sin prisa, saboreando esos instantes de placidez lejos del ruido y del bullicio de la capital.
Cuando terminó me levanté y sin perturbar la armonía reinante, salí al exterior agradeciendo la experiencia vivida y con el firme propósito de volver en otra ocasión. Desde luego La Madre sabe tratar a sus hijos de una forma especial.

Etiquetas:

1 Comments:

  • At 8:45 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Me interesaría saber, como se puede llegar, hasta la Virgen de Unbe.

     

Publicar un comentario

<< Home