PARROQUIA DE LA STA CRUZ

Barrio de la Cruz. Bilbao (Begoña)

24 mayo, 2007

HOY APRENDI QUE

HOY APRENDI QUE ....

El día más bello es HOY
El mayor error DARSE POR VENCIDO
Los mejores maestros son LOS NIÑOS
El más grande defecto es EL EGOISMO
La mayor bancarrota es EL DESANIMO
El sentimiento más vil es LA ENVIDIA
El regalo más hermoso es EL PERDÓN
Lo más maravilloso es EL AMOR
El mayor conocimiento es DIOS
Y la felicidad más grande es LA PAZ.

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20 mayo, 2007

ESPÍRITU SANTO,VEN

Ayúdanos, Señor,A ser semillas de tu Reino.
Enséñanos, Señor, a despojarnos de lo superfluo
Ayúdanos a ser
humildes y sencillos.
Queremos llegar a tu encuentro
Y para eso hay que andar
Ligero de equipaje,
Apenas con lo puesto.

Queremos ser semillas de tu Reino,
Y para ser semilla
Hay que aprender a ser pequeño,
A concentrarse en lo esencial,
Exponerse al riesgo de no ser
Importante ni tenido en cuenta.


Simplemente entregar nuestra vida
Y hacer lugar para tu proyecto
Y asi descubriremos, como María,
Que cuando uno se brinda por entero
La vida se transforma porque el Dios de la vida
Comienza a nacer en nuestro interior,
Para hacer de la existencia
Una semilla de tu Reino.

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ORACIÓN DEL MEDIODIA

Tu poder multiplica
La eficacia del hombre, y crece cada día, entre tus manos.

Nos señalaste un trozo de la viña
Y nos dijiste: “Venid y trabajad”.

Nos mostraste una mesa vacía
Y nos dijiste: “Llenadla de pan”

Nos presentaste un campo de batalla
Y nos dijiste: “Construid la paz”.

Nos sacaste al desierto con el alba
Y nos dijiste:”Levantad la ciudad”.

Pusiste una herramienta en nuestras manos
Y nos dijiste:”Es tiempo de crear”.

Escucha al mediodía el rumor del trabajo
Con que el hombre se afana en tu heredad..


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10 mayo, 2007

QUINTO DE PASCUA

Texto del Evangelio (Jn 13,31-33a.34-35):

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en Él. Si Dios es glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.

»Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros».



Comentario:

Hoy, Jesús nos invita a amarnos los unos a los otros. También en este mundo complejo que nos toca vivir, complejo en el bien y en el mal que se mezcla y amalgama. Frecuentemente tenemos la tentación de mirarlo como una fatalidad, una mala noticia y, en cambio, los cristianos somos los encargados de aportar, en un mundo violento e injusto, la Buena Nueva de Jesucristo.

En efecto, Jesús nos dice que «os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Y una buena manera de amarnos, un modo de poner en práctica la Palabra de Dios es anunciar, a toda hora, en todo lugar, la Buena Nueva, el Evangelio que no es otro que Jesucristo mismo.

«Llevamos este tesoro en recipientes de barro» (2Cor 4,7). ¿Cuál es este tesoro? El de la Palabra, el de Dios mismo, y nosotros somos los recipientes de barro. Pero este tesoro es una preciosidad que no podemos guardar para nosotros mismos, sino que lo hemos de difundir: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes (...) enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,19-20). De hecho -ha escrito el Santo Padre- «quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo».

Con esta confianza, anunciamos el Evangelio; hagámoslo con todos los medios disponibles y en todos los lugares posibles: de palabra, de obra y de pensamiento, por el periódico, por Internet, en el trabajo y con los amigos... «Que vuestro buen trato sea conocido de todos los hombres. El Señor está cerca» (Flp 4,5).

Por tanto, y como nos recalca el Papa Juan Pablo, hay que utilizar las nuevas tecnologías, sin miramientos, sin vergüenzas, para dar a conocer las Buenas Nuevas de la Iglesia hoy, sin olvidar que sólo siendo gente de buen trato, sólo cambiando nuestro corazón, conseguiremos que también cambie nuestro mundo.




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03 mayo, 2007

CUARTO DE PASCUA

Texto del Evangelio (Jn 10,27-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».


Comentario:

«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco»

Hoy, la mirada de Jesús sobre los hombres es la mirada del Buen Pastor, que toma bajo su responsabilidad a las ovejas que le son confiadas y se ocupa de cada una de ellas. Entre Él y ellas crea un vínculo, un instinto de conocimiento y de fidelidad: «Escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10,27). La voz del Buen Pastor es siempre una llamada a seguirlo, a entrar en su círculo magnético de influencia.

Cristo nos ha ganado no solamente con su ejemplo y con su doctrina, sino con el precio de su Sangre. Le hemos costado mucho, y por eso no quiere que nadie de los suyos se pierda. Y, con todo, la evidencia se impone: unos siguen la llamada del Buen Pastor y otros no. El anuncio del Evangelio a unos les produce rabia y a otros alegría. ¿Qué tienen unos que no tengan los otros? San Agustín, ante el misterio abismal de la elección divina, respondía: «Dios no te deja, si tú no le dejas»; no te abandonará, si tu no le abandonas. No des, por tanto, la culpa a Dios, ni a la Iglesia, ni a los otros, porque el problema de tu fidelidad es tuyo. Dios no niega a nadie su gracia, y ésta es nuestra fuerza: agarrarnos fuerte a la gracia de Dios. No es ningún mérito nuestro; simplemente, hemos sido “agraciados”.

La fe entra por el oído, por la audición de la Palabra del Señor, y el peligro más grande que tenemos es la sordera, no oír la voz del Buen Pastor, porque tenemos la cabeza llena de ruidos y de otras voces discordantes, o lo que todavía es más grave, aquello que los Ejercicios de san Ignacio dicen «hacerse el sordo», saber que Dios te llama y no darse por aludido. Aquel que se cierra a la llamada de Dios conscientemente, reiteradamente, pierde la sintonía con Jesús y perderá la alegría de ser cristiano para ir a pastar a otras pasturas que no sacian ni dan la vida eterna. Sin embargo, Él es el único que ha podido decir: «Yo les doy la vida eterna» (Jn 10,28).


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